Rodrigazo – Wikipedia, la enciclopedia libre
Se denomina Rodrigazo a un «plan de ajuste» anunciado el 4 de junio de 1975 por el ministro de Economía de Argentina, Celestino Rodrigo, durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón y la gestión del por entonces hombre fuerte del gobierno peronista, José López Rega.
Con el argumento de eliminar la «distorsión» de los precios relativos, Rodrigo impulsó una serie de medidas de shock, que incluyeron una fuerte devaluación del peso, aumento de los servicios públicos, transporte y combustibles de hasta el 180%,[1] y topes a los aumentos salariales acordados en las negociaciones colectivas, con el fin de retrasar considerablemente los salarios reales. Las medidas dispararon la inflación, que pasó del 24% en 1974 al 182% en 1975, dando inicio a una década y media de tasas de inflación superiores al 100% anual.[2] Se produjo el desabastecimiento de gran cantidad de productos esenciales, entre ellos alimentos, combustibles y otros insumos para transporte.
El “Rodrigazo” generó una fuerte oposición del movimiento obrero argentino encabezado por la Confederación General del Trabajo (CGT), que se concretó en una huelga general (la primera contra un gobierno peronista) de 48 horas y grandes movilizaciones populares, que causaron la renuncia del ministro Rodrigo y López Rega.
Antecedentes[editar]
José Ber Gelbard en 1973.
Artículo principal: Historia económica de Argentina
La economía argentina hasta 1975, a pesar de sus vaivenes políticos, llevaba 11 años de crecimiento continuo. Sin embargo, no pudo ser ajena a la crisis del petróleo de 1973. Ese año (el 25 de mayo de 1973), el peronismo volvió al poder con la elección de Héctor Cámpora, que tenía en su gobierno a un sector simpatizante de la izquierda peronista.
El Ministro de Economía de Cámpora era José Ber Gelbard, un inmigrante judío y polaco, empresario, con fuertes vínculos con el Partido Comunista (PC), fundador de la Confederación General Económica (CGE) y hombre de confianza de Perón. Gelbard llevó adelante un plan keynesiano de aumento de los salarios en términos reales, para fortalecer el mercado interno.[3]
La situación del país era bastante agitada; Gelbard intentó mantener un Pacto Social entre la CGE, la Confederación General del Trabajo (CGT) y la Unión Industrial Argentina (UIA) para contener la inflación y, por otro lado, intentar una redistribución de la riqueza. El primer año de su gestión ―ayudado inicialmente por los altos precios de los productos agropecuarios― logró en cierta medida el objetivo.
En el período 1973-1974, la participación del salario en relación con el producto interno bruto aumentó un 20%. El objetivo de Gelbard era llegar a 1977 con un salario que representara el 50% del PBI, el famoso «fifty-fifty» que había logrado Perón en los últimos años de su Gobierno (entre 1946 y 1955). En ese momento, los aumentos de precios eran autorizados solo si se comprobaban mayores costos.
El plan de Gelbard era criticado por la izquierda (con la excepción del Partido Comunista), que lo consideraba «reformista», y por la derecha, que lo consideraba «comunista». Pero el contexto internacional estaba cada vez más complicado. La crisis del petróleo golpeaba a todo el mundo y la primera reacción de Europa fue un mayor proteccionismo comercial, lo que redujo tanto en precios como en cantidad, gran parte de las exportaciones argentinas. Por otra parte, el aumento del costo del petróleo también impactó directamente en el país sudamericano, un importador neto de este fundamental producto.
El tipo de cambio artificialmente bajo y un altísimo déficit fiscal (aproximadamente un 14% del PIB, cubierto por emisión de moneda), explica por qué a fines de 1974, Argentina había perdido casi dos tercios de sus reservas internacionales. Las reservas internacionales pasaron de 1400 millones de dólares a fines de 1974 a 700 millones en junio de 1975. Al paso del tiempo, el control de precios se hacía más difícil de sostener, el desabastecimiento se hacía cada vez mayor, y el mercado en negro aumentaba.
Por otra parte, a nivel regional, la situación se encontraba fuertemente convulsionada. Los gobiernos de centroizquierda o directamente de izquierda estaban siendo reemplazados por dictaduras militares en el marco del Plan Cóndor, una operación clandestina promovida en toda América Latina por los Estados Unidos para combatir a la percibida «amenaza comunista».
La esperanza de Gelbard para salvar su plan, era la firma de convenios comerciales con los países socialistas de Europa del Este y China. Para ello hizo una gira por esa región y firmó algunos convenios. Sin embargo, en un mundo polarizado por la Guerra Fría este intento tenía obstáculos políticos insalvables. Un ejemplo de esto fue el bloqueo por parte de los Estados Unidos a la venta a Cuba de autos fabricados por empresas estadounidenses en Argentina.
Presidencia de Isabel Perón y el Rodrigazo[editar]
Inflación anualizada a partir de meses seleccionados entre 1965 y 1980.
El Rodrigazo marcó el inicio de un período de muy altas tasas de inflación, superiores al 100%, que se extendió durante 16 años, hasta 1990. [2]
La masiva huelga general del 7 y 8 de julio de la CGT contra el Rodrigazo, produjo la caída del ministro López Rega, de la logia Propaganda Due y cabeza de la Triple A, quien se vio obligado a renunciar y escapar del país.
El 1 de julio de 1974 murió Juan D. Perón mientras era presidente, siendo reemplazado por la vicepresidenta María Estela Martínez de Perón, conocida como Isabel Perón. La influencia en el gobierno de José López Rega, un opositor a Gelbard, aumentó considerablemente mientras que la situación económica y política del país empezaba a deteriorarse rápidamente. El consenso buscado en el Pacto Social se terminó rompiendo definitivamente, y la posición de Gelbard quedó muy debilitada.
Isabel Perón tuvo seis ministros de Economía (Gelbard, Gómez Morales, Rodrigo, Bonanni, Cafiero y Mondelli), a un promedio de uno cada tres meses. Tres meses después de asumir, despidió a Gelbard (amenazado por la Triple A y a quien la dictadura le quitaría la nacionalidad argentina), que había manejado la economía con los presidentes Cámpora, Lastiri y Perón, y nombró en su lugar al candidato del sector sindical, Alfredo Gómez Morales. Gómez Morales dejó de lado la política desarrollista de Gelbard, basada en el diálogo social y el fortalecimiento del mercado interno, y aplicó una política ortodoxa que no obtuvo resultados, reduciendo en nueve meses de gestión las reservas a la mitad, más que duplicando la inflación que se ubicó en un 80% anual y aumentando notablemente el déficit fiscal.[4] El fin del Pacto Social reabrió las paritarias para negociaciones colectivas sectoriales, suspendidas desde 1973.
El fracaso de Gómez Morales, permitió que el ala de extrema derecha liderada por López Rega impusiera a su candidato: Celestino Rodrigo, quien se había desempeñado como secretario de Seguridad Social, bajo su mando. Rodrigo asumió el 2 de junio de 1975 y a los dos días de asumir anunció una política de shock diseñada por el viceministro Ricardo Zinn, economista ligado a José Alfredo Martínez de Hoz y a las nuevas corrientes neoliberales, que ocuparía un puesto importante en el equipo económico de la dictadura de Videla, donde sería el autor del eslogan “Achicar el Estado es agrandar la Nación”. [5] Rodrigo era ingeniero industrial, pero de muy buena relación con López Rega.
Los argumentos oficiales fueron la necesidad de reducir el déficit público existente y aumentar la productividad de las empresas vía devaluación del peso. Para Zinn, había una «guerra» por la distribución del ingreso. El plan buscaba remediar el aumento en la inflación,[6] cuya causa era atribuida a la emisión monetaria en el período 1973-1974.[7]
El shock fue conocido con el nombre de «Rodrigazo» y disponía una devaluación del peso del 160% y un aumento de las tarifas y los combustibles de hasta el 180%.[8] Su objetivo era adelantar los precios a los salarios, para licuar las deudas de las empresas, para luego estabilizar y liberar la economía para la entrada del capital extranjero.[5]
El plan económico establecía también un tope del 40% para los aumentos salariales acordados en paritarias de negociación colectiva. Para los sindicatos, que habían acordado con las cámaras patronales aumentos salariales que promediaban el doble del tope, el Rodrigazo era una declaración de guerra. [9][5] Frente a la decisión de la presidenta de no homologar los convenios colectivos, la CGT declaró por 48 horas, para el 7 y 8 de julio, la primera huelga general realizada contra un gobierno peronista.[10] La masividad y contundencia del paro obligó a la presidenta a homologar los convenios colectivos y causó el colapso de todo el grupo de López Rega, que huyó del país. Dos días después renunciaban Rodrigo y Zinn.[5]En mayo se anuncia una profunda reforma tributaria eliminando impuestos provinciales de menor cuantia y bajando el I.V Impuesto al valor -antecedene del iVA- del 14.5% al 7,5% sobre la ventas de productos de consumo masivo (ropa, combustibles, alimentos, electrodomésticos, etc) y un IV reducido del 5% a productos esenciales alimentos, medicamentos.[11]
El plan fue anunciado el día 4 por cadena nacional en radio y televisión. El ajuste principal consistía en:
- Devaluación del peso en relación con el dólar en el mercado oficial, pasando en el caso del comercial, de una tasa de 10 pesos por dólar a otra de 26 (en promedio, una depreciación del 61%), y en el del financiero, de una tasa de 15 pesos por dólar a otra de 30
- Nuevo desdoblamiento cambiario respecto del dólar, el dólar turístico, a una tasa de 45 pesos por dólar.
- Alza de hasta un 75% en las tarifas eléctricas.
- Como contraparte, suba de hasta un 80% para los salarios.
Rodrigo sostuvo que su objetivo era corregir los «desequilibrios» a través de la devaluación, una suba de impuestos y el descongelamiento de precios y tarifas. Por otra parte, el banquero Ricardo Zinn, viceministro de Rodrigo, encabezaba una liberalización de la economía argentina al capital extranjero licuando gran parte de las deudas de las empresas (que estaban en pesos) y disminuyendo enormemente el poder adquisitivo de la población trabajadora.
El sindicalismo rechazó los planteos del gobierno, que limitaban las subas de salarios por paritarias a 38% y luego a 40%. La CGT intentó negociar un mayor aumento de salarios, que gracias al desborde y fuerte movilización de los trabajadores, generaron el primer paro contra una administración peronista (de 48 horas), y finalmente se acordó un aumento en promedio del 180% en los salarios, pero que en gran parte fue licuado por la inflación. [12]
Previo a su renuncia, Rodrigo hizo por TV una apelación al país para que aceptara su plan, que no tuvo efecto. El 21 de julio dimitió, dos días después que López Rega huyera de Argentina al exilio.
Consecuencias[editar]
Luego del Rodrigazo la economía entró en recesión y el país quedó al borde del default de su deuda externa, razón por la cual el gobierno se vio obligado a realizar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el primero realizado por un gobierno peronista.[9] El shock marcó el inicio de un período de dieciséis años con tasas de inflación anual superiores al 50%, que finalizó en 1991.
Isabel nombró ministro a Pedro José Bonanni, pero su decisión de convocar a los empresarios y marginar a los sindicatos de las consultas para elaborar un nuevo plan económico, precipitó su renuncia a solo tres semanas de designado.
El 11 de agosto asumió como ministro Antonio Cafiero quien no consiguió modificar el rumbo catastrófico que estaba tomando la economía, agravado por las operaciones que realizaban ya desembozadamente los grupos golpistas. Para fin de año el déficit público llegó al 12,4% y todos los indicadores sociales se deterioraban aceleradamente y la tasa de inflación pasó del 24,4% en 1974 al 182,4% en 1975 y 444% en 1976.[2] El 3 de febrero de 1976 fue reemplazado por Emilio Mondelli bajo cuya gestión la Argentina tuvo el primer brote hiperinflacionario de su historia, en marzo, cuando el aumento de precios llegó al 54% mensual y el grupo golpista tomaba el poder para imponer una dictadura que combinaría el terrorismo de Estado sistemático, con el primer plan económico fundado en las nuevas ideas liberales de Milton Friedman y la Escuela de Chicago.[13]
Rodrigo, después del golpe de Estado en 1976, fue procesado por la dictadura en un supuesto caso de corrupción y pasó casi 4 años en prisión sin juicio. Vuelta la democracia, defendió su ajuste y lamentó que su apellido hubiera quedado ligado negativamente a la historia argentina. Murió en 1987.
Zinn, por otra parte, terminó siendo funcionario de la dictadura cívico-militar (1976-1983), y más tarde del gobierno de Carlos Saúl Menem (entre 1989 y 1999). Fue uno de los encargados de elaborar los planes de privatización de las empresas públicas en los años noventa.[14] Militó brevemente en la UCeDe y terminó su vida en un accidente aéreo junto con el entonces presidente de YPF, José Estenssoro.
Origen del término[editar]
En el diario La Prensa del 6 de junio de 1975 se menciona (bajo el título Nuevo Término) que, en la sesión de la Cámara de Diputados del 5 de junio de 1975, el diputado nacional de Vanguardia Federal de Tucumán, Juan Carlos Cárdenas, habló sobre la gestión del ministro Celestino Rodrigo, y calificó a la misma de Rodrigazo.
Consecuencias en la moneda circulante[editar]
Entre 1976 y 1982, aparecieron nuevos valores de pesos ley: 5.000, 10.000, 50.000, 100.000, 500.000 y 1.000.000.
Véase también[editar]
- Historia económica de Argentina
Referencias[editar]
- ↑ «Devaluación del 160% en Argentina y alza de 181% en nafta y servicios».
El Sol de México. México. 5 de junio de 1975. Archivado desde el original el 18 de febrero de 2017. Consultado el 18 de febrero de 2017.
- ↑ a b c Gerchunoff, Pablo; Llach, Lucas (1998). El ciclo de la ilusión y el desencanto. Buenos Aires: Ariel Sociedad Económica. pp. 469-471. ISBN 950-9122-57-2.
- ↑ Rougier, Marcelo, y Fiszbein, Martín (2006): La frustración de un proyecto económico: 1973-1976 (pág. 243). Buenos Aires: Manantial, 2006. ISBN 987-500-093-0.
- ↑ Leyba, Carlos (29 de junio de 2012). «Gelbard y el Rodrigazo». El Economista.
- ↑ a b c d Kandel, Pablo (4 de junio de 2005). «Hoy se cumplen 30 años. El “Rodrigazo”, un ajuste que dejó su huella en los argentinos». Clarín.
- ↑ Inflación#Causas de la inflación
- ↑ http://www.
bcra.gov.ar/Pdfs/PublicacionesEstadisticas/Memorias/mem1970.pdf
- ↑ «Devaluación del 160% en Argentina y y alza de 181% en nafta y servicios». El Sol de México. México. 5 de junio de 1975. Archivado desde el original el 18 de febrero de 2017. Consultado el 18 de febrero de 2017.
- ↑ a b Gerchunoff, Pablo; Llach, Lucas (1998). «Política económica de un gobierno disgregado». El ciclo de la ilusión y el desencanto. Un siglo de políticas económicas argentinas. Buenos Aires: Ariel. pp. 347-349. ISBN 9509122572.
- ↑ Aguirre, Facundo; Werner, Ruth (7 de julio de 2015). «A cuarenta años de la huelga general contra Isabel Perón y López Rega». La Izquierda Diario.
- ↑ Enrique García Vázquez, “Observaciones al régimen impositivo nacional”, en Revista de
Ciencias Económicas, año XLIX, serie IV, Nº 24 (Buenos Aires: abril 1987, p.
57. - ↑ «El Rodrigazo, el ajuste que dejo una huella en los argentinos.
».
- ↑ Error en la cita: Etiqueta
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- ↑ «El “Rodrigazo”, un ajuste que dejó su huella en los argentinos», artículo publicado el 4 de junio de 2005 en el diario Clarín (Buenos Aires).
Bibliografía[editar]
- Schvarzer, Jorge (1995). La reestructuración de la industria argentina en el período de ajuste estructural. Buenos Aires: Centro de Investigación de la Situación del Estado Administrativo. pág 41ss. [1].
Control de autoridades |
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Qué fue el Rodrigazo, el feroz ajuste económico que llevó al gobierno peronista a una crisis terminal
Celestino Rodrigo, el 4 de junio de 1975
El 21 de octubre de 1974 el panorama económico de la Argentina era alarmante. Ese día asumió como ministro de la cartera Alfredo Gómez Morales en reemplazo de José Ber Gelbard. De antemano, el funcionario se sabía condenado. Los salarios tenían un atraso importante -su antecesor se había resistido a dar un aumento del 15%- pero el Pacto Social obligaba a convocar a la Gran Paritaria Nacional y compensar a los trabajadores cada vez que el salario real disminuía el 5%.
A comienzos del año siguiente, la situación empeoró. Los precios al consumidor, por su parte, habían aumentado un 23% en el trimestre marzo, abril y mayo debido a la devaluación -que alcanzó el 50%- y al incremento salarial compensatorio del 40 mil pesos que se había otorgado.
En abril de 1975, entrevistado en el programa de Bernardo Neustadt Tiempo Nuevo, el propio ministro fue lapidario: “Esto así no dura”.
Con José López Rega en su apogeo, Gómez Morales no estaba en condiciones políticas de seguir adelante. El ciudadano común veía como desaparecían de las góndolas los productos básicos. Para encontrarlos debía recurrir al mercado negro donde los pagaría más caros. Los precios subían, día a día. Las colas frente a los mostradores era una cotidianeidad. Las empresas compraban los insumos al contado, porque la Argentina carecía de crédito.
A fines de mayo de 1975 las comisiones paritarias (alrededor de 500) habían terminado las discusiones obrero-patronales, fijando los nuevos convenios colectivos de trabajo; entre otras cuestiones, los sueldos. En realidad debían comenzar a regir el 1º de junio, pero todos se negaban a homologarlos (38 % de ajuste) por temor a quedarse cortos con los precios. Tenían razón. Presentían un terremoto.
Con el público y decidido apoyo de López Rega, el lunes 2 de junio arribó el ingeniero industrial Celestino Rodrigo a la Casa Rosada para hacerse cargo de la cartera de Economía. Como avizorando su futuro llegó desde Caballito en subterráneo.
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José López Rega e Isabel Martínez de Perón
Dos días más tarde, el miércoles 4 de junio de 1975, dio a conocer su plan, lo que se conoció como “el Rodrigazo” (con los apoyos técnicos de Ricardo Zinn y Pedro Pou): aumentó la paridad del dólar un 100%; la nafta 175%; electricidad 75% y otras tarifas en igual, o mayor, medida. Las góndolas de los supermercados quedaron vacías debido al acaparamiento de los productos. “Si no hiciéramos esto -dijo Rodrigo- la mejor industria del país sería la importación de máquinas para fabricar papel moneda. Mañana me matan o mañana empezamos a hacer las cosas bien”. El viernes 6 de junio la Presidenta María Estela Martínez de Perón anunció un aumento del salario mínimo del 65%: De 2.000 pesos nuevos, ascendió a 3.300.
Los doce días que mediaron entre el 4 de junio (en que se da a conocer el plan) y el lunes 16 (día del encuentro Isabel Perón-Ricardo Balbín) fueron febriles, con la dirigencia sindical rechazando las medidas y la temperatura política en aumento. Además, varios de los actores principales saldrían del escenario. Los sindicalistas Lorenzo Miguel y Casildo Herreras viajarían a Ginebra para participar en las reuniones de la Organización Internacional del Trabajo. El miércoles 11 de junio de 1975, López Rega tomó distancia viajando a Río de Janeiro, con la excusa de estar mal de salud: “La emoción me hace subir el azúcar y el azúcar me está terminando la vida, pero con todo gusto lo haría las 24 horas del día, si supiera siempre que esto sería una forma de expresar al país. Señores, las conversaciones, los versos y las guitarreadas ya no caminan más.”
El lunes 16 de junio por la por la tarde, en Olivos, Isabel Perón se entrevistó con Ricardo Balbín, con las presencias de Alberto Rocamora, ministro del Interior, y el canciller Juan Alberto Vignes, a cargo de la firma del ministro López Rega. La cita duró casi dos horas, en las que el jefe radical expuso casi sin encontrar respuestas de la dueña de casa. Repasó los temas que creía importantes, a saber: la política universitaria; el papel dirigista de la Secretaría de Prensa y Difusión; el drama de la intervención federal de Raúl Lacabanne en Córdoba y, sin nombrarlo, las actividades de López Rega. “El microclima”, como denominó Balbín al espacio de incondicionales que se había creado alrededor de la Presidenta. Meses más tarde se hablaría de “entorno”.
Celestino Rodrigo, el autor del “Rodrigazo” 163
Con respecto al microclima, luego trascendió que, en un momento, el canciller Vignes le dijo al visitante que su visión era “muy pesimista”.
-Su opinión no es la mía… vea, por respeto a la señora no me levanto y me voy -respondió Balbín.
-A la Presidenta la aplauden en la calle…, comentó Vignes.
-Sí, los trescientos que le juntan todos los días cuando sale de la Casa de Gobierno. Pero llévela al cine y que vea si la aplauden cuando aparece en los noticiarios.
Tras observar que la Presidenta no respondía, porque lo hacían sus ministros, Balbín dijo que “el diálogo sin respuesta no tiene sentido. Señora, si no hay cambios, me resultará muy difícil volver”. Dicho esto se retiró.
El 17 de junio, el título de La Razón fue: “Se generaliza el 45 %”. En otras palabras, el Gobierno se negó a otorgar aumentos más arriba de éste índice (muchos superaban el 70 %). La UOCRA con su secretario Rogelio Papagno a la cabeza marchó sobre la Plaza de Mayo. Lo mismo hizo el 24 la Unión Obrera Metalúrgica con Lorenzo Miguel quien salió al balcón con Isabel de Perón. Celestino Rodrigo se mostró inflexible a las presiones de la dirigencia sindical.
En junio el costo de la vida se elevó a 21 por ciento y en julio el 35. El viernes 20 de junio, López Rega retornó a la escena oficial. Isabel fue al Aeroparque para darle la bienvenida y por la tarde le organizó un té en Olivos con todos los ministros. Según las crónicas de la época, el ministro de Bienestar Social, dijo: “Mi salud está bien. He retornado con ánimo y fuerza renovadora para darles duro a quienes no quieren colaborar con la Patria y a los que tengan la cabeza dura les vamos a encontrar una maza adecuada a su dureza. El quebracho de la Argentina es muy bueno”.
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Las medidas económicas en la tapa de los diarios
El lunes 23, López Rega se reintegró a sus funciones. Como era ministro de Bienestar Social y secretario privado (coordinador del gabinete) fue citando a los distintos ministros para que le rindieran informes de sus áreas. El mismo día, un alto funcionario del Palacio San Martín (que no podía ser otro que Juan Alberto Vignes) afirmó al periodista Heriberto Kahn de La Opinión que “el eje de la política exterior argentina pasa en este momento por nuestra relación con Estados Unidos”.
El periodista reveló que en el último encuentro de Vignes con el Secretario de Estado, Henry Kissinger (segunda semana de mayo) el canciller argentino “se esforzó especialmente por lograr que el jefe de la diplomacia norteamericana echara todo su peso encima de los sectores financieros privados de los Estados Unidos, a fin de provocar y acelerar sus decisiones en materia de inversiones en la Argentina. Todo parece indicar que el canciller no obtuvo éxito en esa materia.” Era sólo una expresión de deseos -por decir lo mínimo- del jefe del Palacio San Martín. Olvidó que los empresarios norteamericanos, en esa época, ya realizaban reuniones en Montevideo, Uruguay, por cuestiones de seguridad.
El viernes 27 de junio, columnas obreras llenan Plaza de Mayo reclamando por sus aumentos salariales
El viernes 27 de junio, columnas obreras llenan Plaza de Mayo reclamando por sus aumentos salariales, con fuertes críticas a López Rega, el centro de todos los insultos.
A mediodía, la Casa Rosada queda al cuidado de la Casa Militar. La señora de Perón se va a almorzar con José López Rega a Olivos. La plaza comienza a llenarse de gente, sus cánticos eran agresivos, pero a nadie se le ocurrió acercarse a la Casa Rosada para entrar o golpear sus puertas. “En esas horas -cuenta Aurelio Martínez, el edecán naval presidencial- desde la residencia me llama López Rega. Estaba con la presidenta al lado, se podía escuchar su voz”.
-¿Qué tal? ¿Cómo esta todo por allí?, me preguntó.
-Mire, acá hay mucha gente y las opiniones están divididas.
-¿Están divididas?
-Sí, la mitad de la plaza lo putea a usted y la otra mitad a (Celestino) Rodrigo.
Al caer la tarde, cuando se acallaron las consignas –“Isabel coraje, al brujo dale el raje”– Adalberto Wimer, en reemplazo de Casildo Herreras, entró encabezando la delegación sindical en Olivos a conversar con la Presidenta. Luego de escuchar las exigencias sindicales, Isabel Perón, en una audiencia televisada en directo a todo el país para amedrentarlos, respondió: “Muy bien señores. Como yo tengo mi opinión formada, ruego que regresen a sus gremios, llevando la seguridad de que el problema queda en mis manos exclusivamente y que, mañana, daré a conocer mi respuesta a todo el país. Eso es todo”.
La respuesta como lo había prometido vino al día siguiente, sábado 28, con un discurso televisado en cadena. Se la veía cansada y nerviosa, rodeada por López Rega y el diputado Raúl Lastiri: “La producción nacional ha decaído. La especulación pareciera no tener límites… durante 18 años de exilio desfilaron ante el general Perón muchos miles de personas de todos los sectores políticos y gremiales del país. Uno de los argumentos más escuchados fue ‘mi general, si usted retorna solucionaremos las dificultades económicas del país trabajando gratis una hora más por día para ayudarlo’ ”. Al despedirse de la audiencia dejó caer una disyuntiva: “Medite el pueblo argentino, serene su pensamiento y luego decida, si toma una vez más el camino de la liberación nacional que lo lleve indefectiblemente al destino de grandeza que merece”.
Lorenzo Miguel, Isabel Perón y Casildo Herreras
El martes 1º de julio de 1975, en medio del reclamo sindical y el rechazo del plan económico, con el fin de “facilitar la tarea de la señora Presidente”, el gabinete en pleno presentó la renuncia. José López Rega quedaba como Secretario Privado (luego se explicitó que lo reemplazaba Julio González). En su lugar, en Bienestar Social fue designado Carlos Villone, y se confirmaba a Celestino Rodrigo, Cecilio Conditti (Trabajo), Oscar Ivanisevich (Educación) y Juan Alberto Vignes (RREE). Antonio J. Benítez juró en la cartera de Interior; Ernesto Corvalán Nanclares la de Justicia y Jorge Garrido en Defensa.
Como si no hubiera ocurrido nada, Celestino Rodrigo (Economía) continuaba defendiendo su plan a través de una cruda radiografía de la situación, destacando que había desaparecido la inversión productiva y que no había inversión privada, resaltando que las empresas extranjeras estaban analizando abandonar la Argentina. La polémica se trasladó al Parlamento aquella primera semana de julio. La Cámara de Diputados interpeló al gabinete económico, ante el silencio de la bancada oficialista. Fueron maratónicas sesiones de más de 12 horas.
El viernes 4 de julio se tituló: “Tomará decisiones hoy el Comité Confederal de la CGT” (a la tarde se decidió el paro general a partir del lunes 7). “A un costo de 66 millones de dólares diarios, la crisis político–social continuaba aún sin definiciones”, informó en la tapa La Opinión. Trataba sobre las negociaciones entre los dirigentes sindicales y los miembros del Poder Ejecutivo Nacional. “La incertidumbre en torno de las tratativas secretas… fue correspondida por una virtual paralización de la actividad industrial en buena parte de la Capital, Gran Buenos Aires, Córdoba y Rosario. Los técnicos del área económica estimaron que la inactividad fabril estaría ocasionando pérdidas diarias del orden de los 66 millones de dólares, acumuladas en la última semana. ”
A las 23.20 de ese viernes, el presidente del bloque justicialista, Ferdinando Pedrini, dijo: “En estos momentos se ha decretado un paro general por 48 horas”. Mientras el ministro de Economía, Celestino Rodrigo, se levantaba de la sesión para atender la crisis que se avecinaba, Pedrini les recriminó a los diputados que querían seguir interpelándolo: “Déjenlo que se vaya. ¿Para qué seguir pegándole?”.
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José López Rega renunció el viernes 11 de julio. Los trascendidos hablaron de fuertes presiones de los jefes de las Fuerzas Armadas
La huelga, para exigir la homologación de los convenios paritarios se realizó a partir de las 0 horas del lunes 7, abarcando todas las actividades. Era la primera vez en 30 años que el sindicalismo peronista le hacía un paro a un gobierno de origen peronista. La respuesta del Gobierno no se hizo esperar. Desandando el camino, en la madrugada del martes 8, el ministro de Trabajo, Cecilio Conditti, ratificó las paritarias sin topes y derogó el decreto que previamente las había anulado. Como gesto, la central sindical dispuso que “a efectos de contribuir al fortalecimiento de la economía nacional y particularmente brindar una solución al problema salarial de los trabajadores del sector estatal, proceder a donar al Estado el jornal de un día al mes”. Como era de prever, el ofrecimiento nunca se llevó a cabo.
Finalmente, el viernes 11 de julio, se dio a conocer la renuncia de José López Rega a todos sus cargos. Se dejó trascender que fue con motivo de una fuerte presión de los jefes de las Fuerzas Armadas. Claro, renunciaba a “los cargos oficiales”. Pero, destacándose la “invariable amistad” que la unía con la señora Presidenta, continuó residiendo en Olivos y digitando las audiencias. Mientras los días pasaban, la señora de Perón no se mostraba y los ministros no podían verla.
La Agonía
El miércoles 16 de julio de 1975, La Opinión expresó en su tapa: “Como si una gran torpeza hubiera invadido a todos los sectores, nada de lo que se resuelve queda resuelto, nada de lo que se arregla queda arreglado, nada de lo que se dice queda claro. Y como si un pertinaz delirio hubiera invadido los espíritus, nada de lo que se cree vivir responde a la vida real, nada de lo que se cree posible es una posibilidad real. Una larga agonía. Los salarios fueron estudiados, analizados, discutidos, homologados, anulados, otra vez homologados, decretados, aprobados. Pero la crisis social penetra cada vez más profundamente en el cuerpo de la República. La crisis política fue desarrollada, desatada, discutida, combatida, resuelta. Pero el gabinete sigue sin poder ejercer la administración de los asuntos públicos. No tiene objetivos. No tiene poder. El plan económico no fue otra cosa que un diagnóstico de laboratorio. No hubo plan. Sólo un grupo de funcionarios confundidos, y todo el cuerpo económico de la nación a la deriva. Los argentinos, día a día, tienen conciencia de que el país al que estaban acostumbrados está muriendo. Y no saben qué país, qué vida, los espera. Ni cuánto durará la agonía.”
El viernes 18 julio, los ministros Benítez, Corvalán Nanclares, Garrido e Ivanisevich, insisten en ver a la presidenta. La respuesta fue tajante: la señora les hizo saber que no tenía ningún interés en recibirlos. O sólo lo haría en reunión de gabinete. Se sentían todos los síntomas de vacío de poder.
Las protestas contra el ajuste económico del Rodrigazo
El 19 de julio, Celestino Rodrigo renunció, poniendo fin a sus 49 días de gestión en el Ministerio de Economía. Previo interinato de Corvalán Nanclares, el 22 juró Pedro Bonani, un ex funcionario de Perón en su primer y segundo período presidencial, vinculado al sector financiero, alejado de la política en los últimos veinte años. Sólo duraría 21 días. Los medios de la época, informaron que tenía un “plan”. Las ideas básicas consistían en congelar los precios y retrotraer todo aumento indebido al nivel del 31 de mayo de 1975; restablecer subsidios a los alimentos; ajuste periódico de salario; nacionalización del comercio exterior; promoción industrial y nacionalización de las empresas estratégicas y creación del Consejo Nacional de Emergencia Económica.
Pedro Bonani aceptó el pedido de tregua por 180 días formulado por la CGT. En ese lapso se suspendían los despidos y las suspensiones laborales. La medida duro poco. A los pocos días, el ministro de Economía propuso crear un seguro de desempleo pero fue rechazado por ser una “solución liberal”. La CGE, además, rechazó la tregua económica porque “condena a la bancarrota a los empresarios, que no son causantes de la situación”. El título de la declaración fue “Empezamos mal”.
Finalmente, Bonani renunció el lunes 11 de agosto. En forma interina, lo sucedió Corvalán Nanclares. Mientras tanto, Antonio Cafiero, el designado por el gobierno para esa cartera, volaba desde Bruselas. Allí era el representante argentino ante el Mercado Común Europeo.
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Sochi
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Gil Vicente
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Atlético-MG B
Ferroviaria
–
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Atlético-MG B
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Atlético-MG B
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–
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Atl. Mineiro
Coimbra
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16/17
Aug 11 2016
Caldense
Atl. Mineiro
–
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15/16
03 Feb. 2016
Atl. Mineiro
Kaldense
–
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15/16
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Atlético-MG B
Atl. Mineiro
–
–
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youth teams
Atlético Mineiro
Performance statistics for the entire career
Tournament | wettbewerb | |||||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
total: | 126 | 7 | 4 | 1.475 | 10.326 | |||||||
48 | 1 | 1.380 | 4.139 | |||||||||
bwin league | 47 | 3 | 3 | 3.700 | ||||||||
Series B | 13 | – | – | – | 1.155 | Cup of Russia | 5 | – | – | – | 359 | |
Portuguese Cup | 4 | – | – | – | 365 | |||||||
LK Qualifying 90 238 | 4 | 1 | – | 385 | 385 | |||||||
Series A | 3 | – | – | – 9023 8 | 53 | |||||||
Portuguese League Cup | 2 | – | – | – | 170 | |||||||
Russian Super Cup | 0 | – | – | – | – |
Complete performance statistics
Rodrigao: Soon Cassierra will burst and he will be transformed
13 April 2023 • 13:12
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Rostov |
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Zenith |
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Zenit defender Rodrigao commented on the low performance of the team forward Mateo Cassierra.
“Cassierra is an amazing player and person. You can see it in training and on the field. Of course, the striker should speak for his goals. So far, Mateo has not managed to score as much as he wanted and could. I’m sure he will succeed soon,” Metaratings quotes Rodrigao.
According to the player, Cassierra lacks confidence, when such series without goals happen, the confidence is gone, but he should break through soon.
The 26-year-old Colombian forward has scored five goals and provided six assists in 27 games in all competitions this season.
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